• Símbolo: Brazo esquelético alzado sosteniendo la dorada balanza de la justicia
  • Alineamiento: Legal Neutral
  • Áreas de Control: Los agonizantes, las familias de los agonizantes, los enterradores, los cazadores de muertos vivientes, los funerarios, los plañideros.
  • Dominios: Ley, Protección, Reposo, Sino, Viaje
  • Arma Predilecta: Toque Fatal (espada bastarda)
  • Escenario: Reinos Olvidados

Kélemvor es el último de una larga lista de deidades faerunias que han comandado a las fuerzas de la muerte y supervisado el destino de los muertos. La muerte ha sido la mayor constante a lo largo de la historia de la humanidad, pero el modo en que los humanos han visto esta fuerza inevitable ha cambiado considerablemente según diferentes deidades se han ido alzando con su vigilancia. Durante el reinado inescrutable de Yérgal, la muerte y el más allá tenían una enorme carga de misterio para las personas comunes. La mayoría temían lo que no conocían ni comprendían. Cuando Myrkul tomo el oficio de Señor de los Muertos después de que Yérgal se cansara de él, los peores miedos de la humanidad tomaron forma. Cultistas malvados recordaban a los vivos el poder y la influencia de los muertos, que se extendía mucho más allá de la tumba. En esos días, la línea entre los muertos y los muertos vivientes se volvió borrosa y la gente común sabia que ser recibido en los brazos de Myrkul no era una protección contra ser revivido por algún nigromante demente. Las cosas fueron peor aun cuando Myrkul fue destruido durante la era de los Trastornos y Cyric asumió su papel, ya que el notoriamente mezquino y vicioso Sol Negro no parecía ofrecer ni siquiera las pálidas garantías de sus predecesores. Kélemvor que asumió el manto diez años después de la Guerra de los Dioses, ha adoptado un enfoque decididamente diferente.

Historia/Relaciones

Kélemvor urge a sus clérigos a que actúen como enlaces con la otra vida y enseñen a las gentes de Faerûn que la muerte es una parte natural de la vida. No hay nada temible en la transición, porque solo los verdaderamente perversos, los que no tienen fe o los falsos deben temer al mundo que esta mas allá del plano de la Fuga. Kélemvor ve a todos los muertos vivientes como abominaciones, ordenando a sus sirvientes que los destruyan siempre que puedan. Kélemvor es un dios taciturno, y hasta hace poco no estaba completamente seguro de si mismo ni de su papel. Sin embargo, ya ha dejado esas inseguridades atrás, y enfoca su papel como juez de la otra vida de todo corazón, templando su fuerte sentido de la justicia con amabilidad y franqueza. No obstante, no es particularmente ingenioso, y prefiere resolver los problemas con la acción directa, lo que a veces le conduce a resultados no deseados.

Los clérigos de Kélemvor hacen todos los intentos posibles de predicar a la gente común desmitificando el proceso de la muerte ayudando a las familias de los difuntos en tiempos de perdida. La mayoría de la gente da la bienvenida a la llegada de clérigos de Kélemvor, agradecidos de su contacto luminoso y maneras tranquilizadoras (un cambio bienvenido desde aquellos tiempos en que los inquietantes clérigos de Myrkul demandaban impuestos funerarios de un modo que se parecía demasiado a la extorsión). Los niños (especialmente los que han crecido cerca de los reinos malvados) observan con enorme respecto a los clérigos militantes y paladines de Kélemvor que son cazadores de muertos vivientes, y las comunidades acosadas por nigromantes o ladrones de tumbas a veces acuden a su clero en busca de ayuda.

Los clérigos de Kélemvor rezan para sus conjuros a la puesta de sol. La mayoría de las ceremonias sagradas implican bendecir un alma para su transición hacia la otra vida. Si esta presente en el momento de la muerte, un clérigo de Kélemvor realiza el Pasaje, un sencillo ritual que avisa a Kélemvor de la llegada de este nuevo viajero al Último camino. Cuando un campo de batalla entero o una comunidad arrasada por una plaga requiere ritos fúnebres, los devotos kelemvoritas realizan el Lamento por los caídos. Esta ceremonia, similar al pasaje, incluye cantos graves y resonantes y el golpeteo rítmico de bastones de fresno sobre el suelo descubierto. En una ceremonia privada conocida como el Daeum, los clérigos de Kélemvor celebran la doctrina de apaciguamiento de su deidad y realizan actividades de la iglesia con los bienes de aquellos que han muerto sin herederos. Tanto la cumbre del Escudo como el Festejo de la Luna tienen un especial significado espiritual para los partidarios de Kélemvor, ya que es cuando los clérigos recuentan los Hechos de los Muertos que nunca más serán olvidados. En raras ocasiones, los clérigos poderosos usan estos días para lanzar resurrección verdadera , devolviendo a la vida a héroes del distante que son necesarios en el presente. Los clérigos de Kélemvor a veces se hacen multiclase como nigromantes, exploradores o guías fúnebres, usando su conocimiento para cazar y destruir muertos vivientes. Los clérigos de Kélemvor nunca reprenden o comandan muertos vivientes.

Relaciones

Si no hubiese sido por la Era de los Trastornos, el guerrero mortal conocido como Kélemvor Lyonsbane, probablemente habría muerto en algún campo de batalla solo y sin que nadie lo lamentara. El fue la victima de una desconcertante maldición ancestral que le formo a asumir la forma de una violenta pantera mágica cada vez que realizada un raro acto de amabilidad. A pesar de ello se unió a una banda de aventureros que incluía a Cyric del Alcázar Zhentil y a una joven lanzadora de conjuros arcanos llamada Medianoche. Al final de la guerra de los Dioses los tres se habían convertido en deidades mediante planes astutos y traiciones o la pura casualidad.

Como deidades, los tres antiguos compañeros todavía conservaban lo que podía llamarse una relación. Cyric desprecia tanto a Kélemvor como a Medianoche (que se transformo en Mystra) acusándoles de sus frecuentes contratiempos. Cyric continuamente urde planes para recuperar el dominio sobre la muerte, e instruye a seguidores mortales para que se opongan a Kélemvor perturbando el descanso de los muertos, mutilando los cuerpos para impedir su identificación y apoyando todo tipo de actividad nigromantita. Como mortales, Mystra y Kélemvor fueron amantes, aunque ahora es incierto si su relación ha sobrevivido a los acontecimientos de los pasados catorce años. Mystra ayuda a Kélemvor de vez en cuando, pero las exigencias de su condición impiden un contacto frecuente. Kélemvor odia a Velsharún por su apoyo a la nigromancia, y a Talona por sus enfermedades y venenos, que envía muchas almas prematuramente al plano de la Fuga. Kélemvor pasa una gran cantidad de tiempo en compañía de Yérgal, con el que vive en la Aguja de Cristal del plano de la Fuga, aprendiendo de el las responsabilidades y obligaciones de su puesto. Sin embargo, el severo pragmatismo y ausencia casi glacial de compasión del Olvidado turban a Kélemvor, y aunque respecta a Yérgal es excesivo el decir que confíe en la deidad más anciana.

Dogma

Reconoce que la muerte es parte de la vida. No es un final, sino un comienzo, no es un castigo, sino una necesidad. La muerte es un proceso metódico, sin engaño, sin ocultación ni aleatoriedad. Ayuda a los demás a que mueran con dignidad en su hora señalada y no antes. Oponte a los que pretendan prolongar artificialmente su vida más allá de los límites naturales, como los muertos vivientes. Honra a los muertos, porque los esfuerzos que realizaron en vida han convertido Faerûn en lo que ahora es: olvidarlos, es olvidar donde estamos y porque. No dejes que nadie en todo Faerûn muera de causas naturales sin un clérigo de Kélemvor a su lado.

Clérigos de Kélemvor

Los clérigos de Kélemvor realizan funerales, disponen los asuntos de los muertos y a veces son llamados por ciertos señores o magistrados locales para supervisar la ejecución de las últimas voluntades y testamentos. Predican a las masas la doctrina de un viaje pacifico hacia la vida después de la muerte, y se aseguran que los cuerpos de los muertos sean enterrados de forma segura y de acuerdo con las tradiciones religiosas. Marcan los sitios arrasados por las enfermedades con los avisos de plaga, e intentan curar las enfermedades dondequiera que las encuentren. Los clérigos de Kélemvor consideran a los muertos vivientes abominaciones y hacen cualquier cosa que puedan para darles reposo eterno. Consideran que es con aquellos que crean muertos vivientes la única solución posible es una destrucción rápida y definitiva (lo cual es una importante diferencia entre el clero kelemvorita y el de Yérgal, el cual mantenía que ciertos muertos vivientes mantenían su utilidad). El clero de Kélemvor a veces declara cruzadas contra muertos vivientes o contra criaturas que consideren hayan causado demasiadas muertes prematuras. Ocasionalmente esto les lleva a emplear aventureros para solucionar problemas con los que no se pueden enfrentarse solos.

Los miembros del clero tienden a ser callados, incluso a veces taciturnos. Muchos llegan a la iglesia después de haber perdido a personas amadas debido a incursiones de muertos vivientes, o después de haber estado ellos mismos moribundos y quedar tan profundamente impactados por la experiencia que se enrolan en el clero poco después de volver a la vida. Muchos de los miembros mas antiguos del clero adoraron en el pasado a Myrkul, e incluso catorce años después de la destrucción de la deidad algunos tienen dificultades para adaptarse a la nueva fe. Aun se producen roces por las diferencias doctrinales entre las dos fes.

Muchos templos de Kélemvor solían ser templos de Myrkul, y por ellos tienen una arquitectura menos atractiva o impactante de lo que los clérigos querrían. Los motivos de huesos calaveras predominan, y algunos de los templos mas grandes incluso presentan cámaras (ahora selladas) que se utilizaron en el pasado para las revivificaciones o para ritos mas oscuros.